22.5.13

A vista de pájaro

El viernes fue el turno del Empire State. Logramos colarnos al interior del ascensor en un tiempo récord y no esperar cola sin necesidad de pagar el ‘extra’ que los listillos pretendían vender a los turistas. Ni que decir que las vistas desde el piso 84 son espectaculares, pero es que desde la 102 no tengo palabras. Me llamó la atención la cantidad de helicópteros que sobrevolaban la ciudad, pensando que pertenecerían al Police Department, pero no. Nueva York es una de las ciudades más seguras de Estados Unidos y apenas hay incidentes, al menos en el centro de Manhattan. Más tarde, cuando bajamos al sur a coger el ferry a Staten Island, nos ofrecían a nosotros también volar quince minutos en helicóptero por 180 euros cada uno. Evidentemente se quedó en eso, en oferta, la vista de pájaro la tuvimos desde el edificio más alto de la ciudad, tras la caída del World Trade Center en 2011.
 
 
Ya en la calle nos dirigimos al barrio de Chelsea, al que tantos poetas y músicos dedicaron muchas de sus letras, sobre todo al famoso Hotel Chelsea, que hoy se cae a pedazos. Sid Vicius asesinó allí a su compañera en 1978, el poeta Dylan Thomas cayó en coma tras ingerir 18 whiskies; Leonard Cohen, Joni Mitchell, Jon Bon Jovi y un sinfín de artistas le dedicaron canciones tras pasar por sus habitaciones. Hasta Henri Cartier Bresson fue atraído por este edificio de ladrillo rojo inaugurado en 1884 que hoy aparece cubierto por plazas conmemorativas tapadas por andamios que sujetan sus ruinas. Pero antes de llegar nos deleitamos con otro de los edificios de factura americana, digno de admirar: el Flatiron Building. Era uno de los edificios más altos de NY en 1902, y cuenta con un homólogo en Toronto, aunque éste carece de su altura. Cerca del Flatiron, una tienda de objetos para casa hechos a mano en cerámica por diseñadores neoyorquinos; allí descubrimos que en Brooklyn cuentan con un dialecto propio, lo cual nos vino muy bien unos días después, cuando pudimos comprobarlo por nosotros mismo.

En Union Square paseamos por un mercado de flores y nos divertimos con espectáculos callejeros antes de llegar al mercado de Chelsea. De nuevo zona de dinero, muy londinense, estilo eco-moderno, cristal, madera y toques de color por todas partes. Me encantó el diseño de la era post-industrial, pero ya no es original, se ve en todas partes, aunque mantenerlo es lo que lo hace realmente interesante. Salimos con la comida puesta y nos dirigimos al High Line, un proyecto de rehabilitación paisajística en las antiguas vías aéreas de tren, ahora convertidas en paseo peatonal con cubierta vegetal, bancos de madera y preciosas vistas sobre el barrio. Las bicis campan a sus anchas. Comimos entre niños que no paraban de reír. Bendita inocencia. Una delicia. El sol aún brillaba a pesar de lo avanzado de la tarde...

(Chelsea Market, NYC, 2013)
 

No hay comentarios: