19.5.06

Un remanso de tranquilidad


Caía el sol y esperábamos sentados en el muelle la llegada del ferry que nos llevaría a la siguiente isla. Un bote de tónico astringente se había desparramado por mi bolsa por lo que saqué la ropa con la esperanza de que secara con los últimos rayos de sol de la tarde. Massimo y Lorenzo pensaban qué podían contar en las postales que jugueteaban entre sus dedos, y Dulce revisaba las fotos tomadas momentos antes, las palabras flotaban distendidas mecidas por una leve brisa...
Yo les miraba y sonreía tontamente, y les amaba en silencio. Me sentía más unida a ellos que nunca y también me consideraba afortunada por ser yo la que se encontraba allí, en aquel lugar, en aquel preciso instante. Los días anteriores habían sido increíbles, pero ahora me daba cuenta de lo feliz que era, disfrutando únicamente de su compañía y divagando sobre lo que aún nos quedaba por compartir...