6.2.07

Justos por pecadores

Por todos es conocido el dicho de que siempre acaban pagando justos por pecadores. Y es que no sé cómo nos las arreglamos pero siempre acaba ganando el mal sobre el bien, por mucho que los idealistas no queramos enterarnos –o darnos por aludidos-. Los malos estudiantes influyen sobre las notas de los buenos, los malotes del barrio acaban llevándose a las mejores chicas, los compañeros del trabajo más cafres siempre acaban haciéndole la pelota al jefe y ascendiendo mientras tú te tiras años haciendo horas extras para acabar en la calle tarde o temprano. Las guerras, las miserias, las hambrunas se extienden sin piedad por el planeta en vez de la riqueza.

En fin, que seguimos en la misma. No hay justicia en este mundo, para nada. Y el pueblo vasco es un ejemplo de ello. Tan sólo unos días en Bilbao y San Sebastián, pero suficiente para hacerme sentir como en casa. Diría que hasta me pareció excesivo el buen trato recibido. Amigos, ya sabemos quién sujeta la sartén por el mango y quien es verdugo de quien. No hace falta que le gritéis al mundo que eso no es así en cada rincón de Euskadi, que sois buena gente está demostrado. Lo sabemos, nos consta, y aún más, os aplaudimos. Porque no es fácil vivir así. Y tampoco creo que lo hagáis para justificar nada. Seguramente el resto de los mortales tengamos una idea equivocada de todo lo que se cuece, vosotros conocéis la realidad pero la mantenéis al margen, y es lo mejor que se puede hacer. Cada loco con su tema y Dios en el de todos. Aunque ni Él lo puede evitar, siempre pagan justos por pecadores.

3.2.07

Silencio


A veces es mejor escoger la ausencia de palabras, porque éstas duelen, a veces. Tratas de convencerte de que sin ellas será más fácil olvidar, pero en el fondo sabes que no es así. El silencio es ausencia en todo su significado, es soledad. Y pérdida aprendida.

A veces las cosas ocurren sin encontrar una explicación razonable, la tiene pero no la quieres identificar porque te produce un dolor tan profundo que prefieres obviarlo. El tiempo ayuda a madurar. Las personas somos ricas en matices precisamente porque desde que tenemos uso de razón vamos buscando nuestro destino, dotándolo de nuestra propia personalidad. Defines lo que quieres y lo que no quieres, las circunstancias que nos rodean nos hacen adaptarnos al medio en el que nos desarrollamos. Nadie es culpable de nada, distintos puntos de vista. La culpabilidad no conduce a ningún sitio.

La vida es injusta para todos. A veces me gustaría no ser tan sensible a ciertas experiencias, pero es inevitable. Con el paso del tiempo he aprendido a ver las cosas desde otro prisma, quizá más objetivo. De lo que estoy segura es de que volveré a tropezar en la misma piedra, forma parte de nuestro aprendizaje continuo.
Aún así, le doy gracias a la vida, por haberme dado la oportunidad de haber compartido tantas experiencias que me han despertado de golpe. La esperanza existe, aunque haya días en los parezca haberse esfumado. Y esa esperanza es la que permite finalmente cerrar este capítulo, porque hay otro esperando comenzar, sólo hay que encontrar las palabras adecuadas, los sentimientos aparecen solos.

1.2.07

La vida sigue igual

Que bueno cuando llega la senectud y tus obligaciones han pasado a un segundo plano. Tus hijos han crecido, no dependen de ti por lo que te has retirado del trabajo y tu mujer prefiere quedarse en casa tejiendo. Los días se vuelven más largos y puedes disfrutar viendo la vida pasar, sin prisa, pero sin pausa, orgulloso de lo que has llegado ser y únicamente respirando tranquilidad.


Alrededores de Tánger, primeros días de 2007

Recuperar antiguas conversaciones con los amigos, visitar a los enfermos, admirar la paciencia de las madres con sus hijos pequeños... algún día ellas también podrán contemplar desde la distancia la labor de otra generación. Y así sigue la vida, con más edad pero no sin menos esperanza, porque ella es la que aporta ilusión en cada amanecer, y porque si aún estamos aquí es por algo, sólo es cuestión de decubrir nuestro lugar.