Después de un largo viaje de ida, era miércoles nuestro primer día de estancia en Nueva York.
Aprovechando la buena ubicación del NH decidimos ‘barrer’ la parte norte de la
ciudad, y comenzamos por Harlem. A medida que uno se va adentrando en el barrio
parece que ya conoces lo que ves, y esa sensación nos acompañó durante todo el
tiempo que permanecimos en la ciudad. Las películas ya han dejado un profundo
poso en nuestro inconsciente y el imaginario personal completa el resto de la
imagen. En lo positivo y también en lo negativo, ya que apenas quedan restos
del carácter bohemio, desgarradoramente musical y negro de esa parte de Nueva
York, del reavivamiento cultural y artístico que vivió el barrio en los años 20.
Los míticos clubes de jazz han cerrado y el frio no invitaba a salir a los
músicos callejeros.
Descubrimos una parte muy creativa en la Escuela de Arte de Harlem,
donde una simpática profesora española nos enseñó las instalaciones en las que se
imparten los talleres de pintura, de escultura, un pequeño teatro donde se
representa estos días por los alumnos la obra de El Rey León, las salas de
danza... una pequeña regresión a mi estancia en la Escuela de Artes de Londres,
ya en 2009.
El Teatro Apollo es uno de los clubs de música popular más famosos de
los Estados Unidos. Se le menciona en la canción de Lou Reed "Take a Walk
on the Wild Side". Es donde muchos artistas de este movimiento encontraron
un lugar donde plasmar su talento. El club fue decayendo en los años 60.
Hicimos la siguiente parada en la Columbia University, tan lejana que parece en los mapas y tan metida en la ciudad como se encuentra en la realidad. Me acordé de mi colega Alessandro, quien antes de enrolarse en la cadena de televisión Al Jazzera Internacional se acabó de formar en estos pasillos abovedados y salones engalanados de una de las universidades de mayor prestigio en el mundo.
Bajamos por la zona oeste de Central Park para acabar devorando nuestro primer ‘slice’ de pizza americana, la primera de muchas en todo el viaje. Descubrimos el pequeño rincón de parque dedicado a John Lennon, frente al edificio Dakota, donde le asesinaron, y convertido en uno de los bloques de apartamentos más caros de la gran manzana. Antes de meternos en Middle Manhattan nos acercamos a una de las entradas de Central Park, recorrimos Times Square y acabamos en la Gran Estación Central. Se cumplen en la actualidad cien años de la inauguración de la primera línea de tren llegada a la Gran estación de Nueva York. Parece que el tiempo se ha detenido en ella, en el majestuoso reloj que preside el vestíbulo principal. Parece que aún fue hoy cuando se tomó la famosa imagen de la estación bañada por el haz de luz que cae desde las ventanas superiores. Uno de los lugares más especiales de la ciudad, tanto de día como de noche, siempre en movimiento, y siempre con trasiego de viajeros que saben muy bien a dónde se dirigen.
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