(Compostela, junio 2012)
Los peregrinos y turistas que, en aquel momento, se encontraban paseando
por la plaza entornaban los ojos y destapaban sonrisas. No era muy habitual ver
un Mini con latas colgando en la parte trasera, una tranquila mañana de domingo,
en la zona más concurrida del pueblo. Dentro del vehículo, una joven pareja,
risueña y distendida, se hacía carantoñas entre miradas de complicidad. Aquel
instante marcó el inicio del resto de sus vidas.
3 comentarios:
Bonito y hermoso....
creo que es una pena que no dejes salir tus sentimientos parece como si te avergonzaras de ellos ,ponlos en primera persona nos gusta sentir que los demas son felices con sus pequeñas y grandes cosas ,ah,y era sabado
Siento que no disfrutes de los textos tal y como se escriben, pero cuando fluyen adquieren alma y vida propia, y están por encima de límites y restricciones. Ni siquiera temporales.
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