La mayoría nacemos
con un corazón fuerte, rítmico, que durante toda nuestra vida no deja de
moverse. Nos acompaña alegremente por el día y durante la noche nos mece con su
latido.
Se alimenta
constantemente de alegrías, tristezas, sobresaltos, miedos,
sorpresas, risas y así encadena segundos, minutos, horas y años. Teje a ritmo lento una vida plena y completa en la que su presencia se torna imprescindible.
Llega un momento en el que, después de haber amado con pasión, odiado, bailado, ese corazón no puede almacenar más sentimientos encontrados y se apaga, muere por exceso de emociones. Y cuando llega al lugar donde se le espera, se enciende y vuelve a iluminar con toda la fuerza que su renovada sangre se lo permite, para siempre, para ti.
A mi abuela Isabel.
Gracias por el maravilloso regalo que nos has entregado.
Siempre te recordaremos.
1 comentario:
Has sabido reflejar muy bien como era la abuela,siempre enseñandonos a amar con su ejemplo,por eso no se ira nunca de nuestro lado.He sido muy afortunada con mis padres ,,los queremos y te queremos.Gracias
Un beso fuerte
mama
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