Mis ojos permanecían fijos sobre ella, parecía tan atormentada… bajé por un momento la cámara del hombro e instintivamente me moví hacia ella. Pero aún no había puesto un pie fuera de mi escondrijo cuando otra bolsa apareció entre sus manos. De nuevo peces plateados brillaban bajo la luz de la farola de aquella terraza del puerto del viejo Saigón. Me paré en seco y volví a apuntar con el objetivo. Una tras otra iba sacando nuevos recipientes y volcando su contenido en el agua. Me quedé atónita, y todas mis conjeturas saltaron junto a los invertebrados al mar . A lo lejos, el sonido de la sirena del barco recién zarpado, cuya proa se abría camino hacia el delta del Mekong.
12.11.10
El piano
Toda la vida había ocupado un rincón de la sala sin que llamara la atención. Las motas de polvo se acumulaban sobre su tapa sin que nadie se atreviera a retirarlas, como si el hecho de limpiarlas restara categoría y solemnidad al instrumento. Generación tras generación veía pasar el tiempo, como se aflojaban sus cuerdas, perdía el brillo del barniz, se astillaba la madera de los chapados, se apagaba su voz.
Una mañana sintió un escalofrío, casi doloroso. La presión de unos dedos fuertes y contundentes contra las teclas que arrancaban notas como si despertara de un eterno letargo. Las cuerdas se tensaron, recibieron el golpe del martillo que casi había olvidado su función, adormecido por las horas muertas del estudio. Tras la sorpresa inicial, volvió la calma, la oscuridad, el silencio. Pero aquellas manos volvieron días después, no sólo a acariciar sus teclas, sino a revisar su interior, a sustituir las piezas desgastadas, a afinarlo, a pulirlo. De repente la habitación se llenó de color, de luz, de alegría, y el piano, recuperado de sus años de abandono, interpretó para él la más bella de las sinfonías.
29.9.10
La lluvia que ahoga
Noche de lluvia. No dejo de caminar por aceras de piedra que lloran verdades. Palabras susurradas con el cansancio de los años encadenan relatos. Son aquellos inventados por caminantes que durante siglos se hicieron ruta hacia estas calles. La oscuridad me desafía y me arrastra por los soportales del silencio, sólo roto por ladridos de animales desesperados. Parece una ciudad muerta, sin alma. La belleza de la superficie es efímera y artificial, muy pocos afortunados son capaces de vislumbrar más allá de sus paredes, porque está enraizada, perdura, se enquista en los corazones ajenos, obnubila y petrifica. En las profundidades subterráneas se almacena la suciedad, se apoltronan las mezquindades y se asientan las mentiras, las burlas, las envidias, la ignorancia…
Impávidos transeúntes acompañan mi devenir mojado y enajenado, pero están ciegos, ocultos bajo telas negras se creen protegidos mientras puedan defenderse con lenguas de fuego. Me alejo nadando por los canales, sin volver la vista a la ciudad prohibida.
15.8.10
En construcción
Primero fue un corte en el brazo, a la altura del hombro. Ayer un golpe en toda la frente. Consecuencia: un bendito abultamiento en el nacimiento del cabello que, a Dios gracias, puedo camuflar con el flequillo.
Dicen que hay que estar atento a las señales que la vida intercala en tu camino. Pueden revelar pistas sobre la dirección que debes tomar. Sin embargo no, ÉSTA NO LA Ví , y lo ponía bien claro: Carretera cortada por obras. Casi un metro de ancho de metal amarillo taladrado a una farola a la altura de mi cara. Antes de arremeter verbalmente contra el pigmeo que la colocó, pienso.
“Está claro, la señal es una señal. Estás atontada. Tu curro te aburre, tu chico es una seta, odias esta ciudad y encima se te ha quedado cara de gusano. Esta vía está cortada, agotada, no way, kaput… por obras en tu cerebro, por el restablecimiento del orden”
Sin dudar, ese mismo día me despido de mi jefe, le digo que emigro, que un chichón me ha despejado las dudas y que la carretera está cortada por obras...Mientras me alejo noto su cara estupefacta e infartada perforando mi espalda. Me voy a casa a hacer la maleta, allí está él, el hongo, en el sofá, en gayumbos, esperando que un cazatalentos llame a la puerta. ¡¡Ding dong¡¡ Mala suerte, somos mi chichón y yo, que le echamos a la calle porque tres son multitud.
Sección de vuelos de último minuto. Nueva York. 200 euros. Imprimir billete.
L.A., Hands, Heavenly Hell, 2009
8.8.10
1.8.10
Luminiscencias
Existía en algún punto del planeta azul un lugar donde el sol brillaba sin cesar, no había niebla, ni nubes, ni dudas ni sombras del ayer, siempre era presente continuo. Bañaba a aquella tierra un mar de crepúsculos cruzados, el cual dotaba de riqueza sus tierras. De ella germinaban vegetales sin aditivos, sin conservantes ni colorantes, y mucho menos con alteraciones genéticas. Los colores se los proporcionaba la luz incesante, una fotosíntesis de circunstancias nunca adversas que conformaban un arco iris de inusualidad. Y en el medio ella, habitante silenciosa en una concha de coral, desprendiendo una sonrisa eterna.
Boat Beam, The rain Pauly, Puzzle Shapes, 2009
Geografía diseminada
Amor incondicional, amigos geográficamente diseminados que acaban apareciendo en cada gesto cotidiano. Eres la postal inesperada, llamadas interminables, aquel cuento depositado bajo la alfombra de mi puerta, en el paquete que debes recoger antes de las 14 horas -vaya, me han vuelto a dar con la puerta en las narices-. Ilusión de imaginarte preparando la misiva, fabricando una ilustración, comprando un libro de segunda mano, dedicándome un disco descatalogado.
Resarcidos instantes en los que piensas en mi, recuerdos cálidos en los que te percatas de que tienes un alma amiga pintada al otro lado del mundo, que te mira cada noche reflejado en la luna, que se le llena la boca de flores cuando alguien te recuerda, porque eres una buena persona, porque eres única, porque eres de los pocos que dejan huella en este increíble relato por capítulos que es la vida. Construyes tu camino de forma paralela mientras escuchas la música que escupe tu viejo radiocassette, porque quieres crecer como persona, porque nunca te conformas con lo que tienes, porque hay mucho que demostrar sin hacer ruido, aunque sepas que brillas con luz propia.
Resarcidos instantes en los que piensas en mi, recuerdos cálidos en los que te percatas de que tienes un alma amiga pintada al otro lado del mundo, que te mira cada noche reflejado en la luna, que se le llena la boca de flores cuando alguien te recuerda, porque eres una buena persona, porque eres única, porque eres de los pocos que dejan huella en este increíble relato por capítulos que es la vida. Construyes tu camino de forma paralela mientras escuchas la música que escupe tu viejo radiocassette, porque quieres crecer como persona, porque nunca te conformas con lo que tienes, porque hay mucho que demostrar sin hacer ruido, aunque sepas que brillas con luz propia.
(Para los que entienden que la distancia no la marcan los kilómetros)
21.7.10
Sabor a sal
(Menorca 2010)
Amores efímeros alentados por la luz solar, besos envueltos en tonos turquesa, bronceados por aceite de almendras recogidas con caricias de arena. Las puertas se abren para dejar entrar ingenuidades de otra época, como torbellinos de agua que llenan las almas solitarias, despreocupadas por un futuro incierto.
Somos aire fresco, que revolotea entre los instantes ganados, entre las hojas de los parques, entre las calles mojadas, entre los abrazos atropellados. Las risas extendidas en tostadas de mermelada que se bañan en tazas rebosantes de chocolate templado, que oscurece las comisuras y aclara las mentes puras, los sentimientos ocultos, escondidos en lechos de algodón.
Unos que marchan, otros que llegan, y todos forman parte del mismo corazón, teñido de rojo pasión, de la sangre que circula, de la vida…
7.6.10
En los pasillos del CGAC
La joven se acercaba despacio hacia el fondo de la sala, tranquila, lo observaba todo con detenimiento. Las vitrinas mostraban los objetos más excéntricos producto de una escrupulosa selección de los comisarios de la exposición. Habían dedicado muchos meses a prepararla con mimo y tras un pequeño traspiés que hizo retrasar la inauguración unas semanas, al fin abrió sus puertas al público.
Paso a paso, la chica había alcanzado el final del pasillo y ahora leía detenidamente las frases que emergían de la pantalla blanca que ocupaba toda la pared. Era alta, estilizada, vestía una gabardina roja y manoletinas negras. Asía con fuerza el bolso, quizá temerosa de algún ladronzuelo espabilado, o quizá incrédula ante lo que estaba ocurriendo ante sus ojos. No se creía que ella fuera la protagonista de la historia que aparecía poco a poco ante sus ojos. Paralizada, de pie, miraba discretamente a su alrededor a la búsqueda del autor desconocido que se había apropiado de su vida, la estaba manejando a su antojo y no era capaz de escapar de aquella situación. Sólo tenía dos opciones, permanecer delante de la narración de su propio presente, curiosa por conocer cómo se desarrollaría o continuar su camino para que el escritor invisible pudiera proseguir con el relato. Un relato que ella misma construía con sus movimientos, sus decisiones, por eso tomo la resolución final. Con una sonrisa en la boca continuó su ruta por las salas del museo, consciente de que ella era la única persona que sabía cómo terminaría el cuento.
Basado en la exposición ¿Onde van as personaxes cando remata a novela? Dora García (Valladolid, 1965)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)