Cuando aún la mañana no se ha acabado de desperezar, el frío se pega a mi piel. Una sensación antes agradecida, se convierte poco a poco en una amiga mal recibida, antes la piel se tensaba, se suavizaba, despertaba ante el estimulo, mientras que ahora se encoge, se arruga, y rechaza todo lo que no sea calor y bienestar. Hubo otra época, en la que pensábamos que podíamos comernos el mundo, que nada era imposible, no había reto que no encaráramos con valentía, éramos independientes, inteligentes, nos creíamos inmortales.
Hoy me sujetan tus manos, me encuentro a tu merced, frágil y vulnerable. Eres mis ojos, mis piernas y brazos, mi boca y mi luz, y ya nada puedo hacer para recuperar mi autonomía.
Hoy me sujetan tus manos, me encuentro a tu merced, frágil y vulnerable. Eres mis ojos, mis piernas y brazos, mi boca y mi luz, y ya nada puedo hacer para recuperar mi autonomía.
(Riomaggiore, Cinque Terre, Italia)